jueves, 17 de diciembre de 2015

Las Brujas no se enferman...

El título de esta entrada puede que despierte controversia y una que otra opinión en desacuerdo; pero más que a un hecho comprobado se refiere a una frase que dijo mi esposo hace algunos días cuando yo le comentaba que últimamente en algunas conversaciones de supuestas y autollamadas "brujas" el tema principal era comparar enfermedades y ver quién tenía la dolencia más rara y grave. Lo de supuestas y autollamadas es porque tengo mis dudas de que en realidad lo sean, pero esa es otra historia.



El tema de las enfermedades no lo llevo nada bien; los hospitales me deprimen, así que al igual que a los doctores, los evito siempre que puedo; la última vez que me pasé por un hospital fue cuando nació la más peque de mis hijas y de eso ya pasaron dos años y medio. Entre mis tres niñ@s suman dos o tres idas al doctor (sin contar las idas a las vacunas); por infecciones estomacales leves, producidas debido a la costumbre que todo bebé tiene de llevarse cosas a la boca; les da gripe o temperatura (la cual les dura un día), una o dos veces al año, andan descalzos la mayor parte del día y se bañan con agua fría a las once de la noche si se les ocurre; así que, está más que comprobado que son niñ@s resistentes. En mi familia el caso de enfermedad más grave fue el de mi abuela que tuvo diabetes y que por lo mismo se merece ser analizado más a fondo.



No siento haber sido una niña enfermiza, fuera del hecho de que en otoño-invierno siempre me daba gripa y tos; de que tomar el sol durante demasiado tiempo me causaba dolor de cabeza y a veces insolación y de que fui a parar un par de veces al hospital; la primera con poco menos de dos años por tomarme un frasco casi completo de pastillas para enfermos de epilepsia (a lo que me contaba mi abuela, me salve de puritito milagro y gracias a la intercesión de un santo del cual ella era devota; porque los médicos me habían ya desahuciado); y la segunda por una salmonelosis por comer alguna chuchería en la calle (el principal sospechoso sigue siendo el queso de un squite). Viéndolo desde otra perspectiva parece que sí di bastante lata; pero todo tiene una explicación.



Cuando comenzó lo que yo llamo mi despertar espiritual, aparte de las gripes, las migrañas y las insolaciones; sufría yo de menstruaciones muy dolorosas, largas y abundantes; que me echaban a perder literalmente diez de los treinta días de cada mes; pero todo eso estaba por cambiar. Una de las primeras cosas que me enseñaron es que todas las enfermedades tienen un origen psicosomático, o sea que son provocadas por alguna emoción mal manejada; así fue como como pude por fin entender el porqué de los males que me aquejaban; por ejemplo, la gripe en realidad es tristeza o simplemente agotamiento; y vaya que yo me sentía triste y vacía con la vida que llevaba, además de que tenía cansancio físico acumulado. 




La diabetes en realidad es amargura, y analizando cómo es que fue la vida de mi abuela, queda clarísimo que lo que la consumió en realidad fue esa amargura que acumuló durante toda su vida por todas las cosas que hubiera querido hacer y no pudo; debo decir que en ese momento me cayó el veinte de que si yo no quería terminar igual o peor que ella, tenía que hacer algo para salirme de ese círculo vicioso que es mi árbol genealógico; la solución fue drástica y muy dolorosa, tuve que cortar toda relación con mi familia y poner tierra de por medio, para poder encontrarme a mi misma y sanarme. Y generalizando, las enfermedades suelen ser un mecanismo que usamos inconscientemente para llamar la atención de quienes nos rodean; ya que cuando estamos enferm@s, por lo general las personas a nuestro alrededor, se preocupan por mimarnos y tratarnos bien, así que si sentimos que la gente nos ignora, buscamos el modo de hacernos presentes; dándose los casos de que muchas personas suelen usar las enfermedades para chantajear y mantener sometid@s a hij@s y parientes.



En cuanto logré entender el porqué de la enfermedades o dolencias que solían darme con mayor frecuencia; pude darme cuenta que mis gripes infantiles eran para llamar la atención de los adultos que me rodeaban y que al mantenerme aislada del mundo en su afán de protegerme de los peligros de este, me convirtieron en una niña solitaria y triste; mis problemas respiratorios y dolores de garganta, eran consecuencia de todas esas cosas que no me estaba permitido decir o expresar en voz alta (pensar diferente que mi familia, por ejemplo), eran esos gritos que salían de mi pecho y se quedaban atorados en mi garganta, por que tenía terminantemente prohibido tener una opinión propia del mundo; mis dolores menstruales eran mi negación a mi condición de mujer y a la maternidad, por aquello de que las mujeres venimos a este mundo a sufrir y por lo mismo yo no quería tener hijos que me cortaran las alas o pasaran por lo mismo que yo; y en general sentía que desde niña me robaron la infancia y luego la adolescencia, al negarme las cosas propias de esas etapas de la vida (como jugar con otros niños y salir con amig@s); aunque debo decir que a partir de los diecisiete años me volví bastante ingeniosa para procurarme diversión y buenos momentos. Resumiendo, querían hacer de mi una persona "decente", bien portada, modosa, responsable y sobre todo OBEDIENTE de las reglas impuestas por una sociedad en la que nunca he creído.


Y se estarán preguntando, y toda esta telenovela que tiene que ver con eso de que las brujas no se enferman? Para allá voy; debo decir que desde niña quedó claro que era diferente, así como otras niñas querían ser princesas, yo quería ser bruja, tenía mi apotecario de hierbas que tomaba del jardín de mi bisabuela y me encantaba recolectar huesos y calaveras y montar altares con ellos, entre otras cosas. Cuando mi condición de bruja salió a la luz, mi madre al principio trató de negarla, como no pudo lograrlo, me prohibió terminantemente hacerla pública (que iban a decir sus amistades); así que cuando yo, por fin tomé la decisión de separarme de mi familia; entendí y sané el porqué de mis enfermedades, acepté orgullosa mi condición bruja y  tomé conciencia de mi poder; las dolencias desaparecieron. No fue algo que pasó de la noche a la mañana, tardé algunos años en asimilarlo todo; pero realmente, valió la pena.



Hoy en día, si me duele la cabeza es porque no he comido, me da gripe una vez al año cuando mi cuerpo me pide una pausa, y es que con tres niñ@s menores de cinco años, no tengo muchas oportunidades para el descanso y la relajación; o tal vez porque me entra la tristeza pre y post cumpleaños (eso de saber que estoy un año más vieja, no es algo que me agrade) y el sentir que soy un talento desaprovechado a veces me deprime (más que nada porque me siento limitada en el tema económico; y es que al renunciar a mi familia para forjar mi propio camino, tuve que renunciar a la buena vida y a los lujos que me daban; vamos, que tuve que pagar el precio); mis menstruaciones han dejado de ser dolorosas (salvo un cólico de vez en cuando) y se han regularizado: cada veintiocho días, con una duración de tres o cuatro y no diez días como antes. Mis hijos, como les contaba, son niñ@s muy sanos; a mi entender, es porque aparte de que fueron niñ@s desead@s y amad@s desde el momento de su concepción, tienen a su mamá todo el día con ellos, y a papá presente en sus vidas; así que falt@s de atención pues no están.



Es por esto que tal como mi esposo me dijo: "Las Brujas no se enferman", al menos no las reales y empoderadas; ya que entre muchas cosas una bruja es una mujer libre, dueña de su vida y de sus actos; consciente de las consecuencias de sus acciones; y sobre todo: emocionalmente sana. Y cuando le aqueja algún tipo de dolencia o enfermedad, sabe identificar la causa de esta para erradicarla no solo en el plano físico (que para eso existen los médicos), sino también en el espiritual. 




Esto que les he contado, es mi experiencia personal; yo hablo por mí y por lo que me ha pasado; ahora sí que como dicen por ahí: cada quien habla según como le va en la feria, así que cada quien sabrá las causas de sus dolencias y enfermedades; lo que sí les recomendaría es que hurgasen un poco en su árbol genealógico y en cómo ha sido su vida y muy probablemente encuentren algo que les ayude en su proceso de sanación. 




Si les cuento todo esto es porque últimamente la brujería está de lo más solicitada para arreglar problemas y solucionar vidas; y lamento informarles que la brujería no hace nada de eso, al menos la vida no la soluciona y en cuanto a los problemas, es más que nada un apoyo y sobre todo lo que sí; es un camino espiritual; así que si se han acercado a ella pensando que con sacudir la varita y prender una vela se les va a arreglar todo, van por el camino equivocado; citando una frase que viene en el libro "El Diario de una Bruja": "Si aquello que buscas, no lo encuentras dentro de tí, jamás lo hallarás; ten presente que siempre he estado contigo y soy aquello que se alcanza al final del deseo". Que los Antiguos Dioses los protejan...  




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